Se acaba el tiempo y la paciencia. En la Agencia Pública de Puertos de Andalucía han comenzado a marcar los límites ante la falta de noticias, ni tranquilizadoras ni de ninguna clase, sobre las intenciones del jeque Al-Thani en relación con el proyecto de ampliación de La Bajadilla. Esta semana se ha sabido que ante la petición de una segunda prórroga para el pago del canon –solicitada por los representantes del jeque el pasado 13 de septiembre después de que le concedieran la primera el 30 de abril– ha habido una respuesta negativa. Se acabaron los periodos de gracia: o paga los 750.000 euros del canon correspondiente a este año o se enfrenta a las consecuencias.
Ahora bien, de momento no se sabe cuáles serán las consecuencias. Pueden ir desde una sanción económica –los retrasos de este tipo conllevan penalización, intereses o ambas– hasta la rescisión del contrato, algo que a estas alturas no se sabe si para Al-Thani y su misteriosa situación financiera constituiría un castigo o una bendición.
Y es que los silencios prolongados del jeque, que al comienzo –mientras no había temor a que se cortara el caudal de euros– eran considerados parte de la extravagancia del inversor, ahora son recibidos, lógicamente, como un gigantesco agravante sobre la incertidumbre que cubre lo que hasta no hace mucho era el proyecto más ilusionante que Marbella tenía en el horizonte.
Los silencios no solo preocupan en la Agencia de Puertos, una administración que en el reparto de poder en el Gobierno andaluz le ha tocado a Izquierda Unida y cuyos responsables responden con más silencio –que posiblemente haya que considerar prudente– hasta saber qué es lo que se propone Al-Thani. También, y sobre todo, causan inquietud al supuesto socio en el proyecto, el Ayuntamiento de Marbella, donde seguramente comenzarán a preguntarse si la generosa invitación que les hizo el jeque para que participaran con un cinco por ciento en la sociedad que gestionaría el proyecto no ha sido, en realidad, un regalo tóxico que mejor hubiese sido rechazar.
Con un socio que no se comunica, las incertidumbres se disparan, y todas las gestiones que se hacen desde el equipo de gobierno municipal para mantener vivo el proyecto –como el compromiso asumido el mes pasado por la alcaldesa ante la APPA de solucionar el abandono de gestión que pesa sobre los atraques de La Bajadilla– parecen impulsadas más por la voluntad de que el proyecto no se fenezca que por una realidad que se oscurece más cada día que transcurre sin que se tengan noticias del jeque.
Es verdad que no hace mucho, concretamente el pasado 7 de septiembre, el ejecutivo designado por el jeque para llevar sus asuntos en Málaga, Moayad Shatat, visitó a la alcaldesa y, ante la prensa, aseguró, aunque con parquedad de palabras, que todo seguía adelante. Al parecer, puertas adentro tampoco dijo mucho más.
La visita pareció rendir frutos. De hecho, días atrás se cumplimentó uno de los trámites que faltaban con la constitución de la sociedad entre la empresa del Al-Thani (Nassel Abdullah & Sons) y Puerto Deportivo de Marbella, y se sabe que el propio Shatat ejerce al menos como interlocutor ante las personas que trabajan en el proyecto, algo que no sucedía con su antecesor, tan ausente como el propio jeque.
Pero el dinero sigue sin aparecer, y ahora, tras rechazar la APPA conceder una nueva prórroga para abonar el canon, el tiempo parece comenzar a correr con más velocidad hacia un desenlace que es imposible vaticinar cuál será.
Lo que sí se sabe es que las próximas semanas resultarán claves. No solo por el impago del canon, sino sobre todo porque tampoco habrá prórroga en el plazo del proyecto de construcción, que para ser redactado requerirá de pruebas ‘in situ’ que no se pueden realizar sin una importante inversión económica. Al-Thani tendrá que retratarse, y será la oportunidad para tener una pista sobre cuáles son sus intenciones.