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Héctor Barbotta

Marbella blog

Chorizos y mafiosos

Es el mismo Gobierno. El que ha quitado la tarjeta sanitaria a los inmigrantes indocumentados –cuya falta de papeles, no lo olvidemos, no es producto de que los inmigrantes no quieran tenerlos sino de que el Gobierno no quiere dárselos–, y el que concederá esos mismos papeles a los ciudadanos extracomunitarios que decidan adquirir una vivienda en España. La primera iniciativa no descalifica a la segunda. Solo pone en evidencia a quien no encuentra la contradicción.
Desde que los primeros extranjeros, hace ya cuatro décadas, vieron que el litoral español, y en especial la Costa del Sol, no solo era un buen lugar para disfrutar de las vacaciones sino que también era ideal para disfrutar de la jubilación, los promotores y constructores de viviendas descubrieron que sus clientes podían estar en cualquier rincón de Europa. Y cuando estos compradores se convirtieron en vecinos, los restaurantes, los supermercados, los concesionarios de coches, las tiendas de ropa y los jardineros comprobaron también que estos clientes eran tan buenos como cualquier otro.
Ahora el mercado no es Europa, sino el mundo, y las personas que compran una vivienda en España reclaman que las mismas facilidades que encuentran para adquirirla se las den para poder disfrutarla. Los empresarios llevan años pidiendo que España agilice la concesión de visados a sus nuevos clientes –llámense éstos rusos, chinos o árabes– y el Gobierno, presto por las circunstancias, ha ido más allá. Ofrece darles la residencia.
Durante los años en los que este país se creía rico sufrió amnesia en su tradición emigrante y se popularizó el estereotipo que asociaba inmigración y delincuencia. Ahora hubo quien creyó que nos despojaríamos de cualquier mirada miserable sobre el fenómeno migratorio porque son nuestros jóvenes quienes se marchan. Pero no. Al parecer aún necesitamos más sufrimiento que nos ayude a recuperar la memoria.
Quienes no hace mucho criticaron el efecto llamada de la regularización ahora son acusados de vender residencias en el mercado inmobiliario.
Antes venían pobres buscando trabajo y ahora llegarán pudientes buscando una casa. A aquellos se les llamó chorizos; a éstos ya se les llama mafiosos.
El prejuicio, a derecha o a izquierda, es el mismo. Solo ha cambiado el contexto.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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