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Héctor Barbotta

Marbella blog

Una oficina, una secretaria o algo

Como en Lepe han hecho un festival del humor para sacar rédito al hábito de atribuir a sus vecinos escasa ductilidad a la hora de pensar se supone que no se incurre en incorrección política si se recuerda la respuesta a la pregunta de cuántos leperos son necesarios para cambiar una bombilla. Cinco. Uno que sujete la bombilla subido a una mesa y cuatro para girar la mesa.
Más complicada es la respuesta a cuántos cataríes son necesarios para gestionar un puerto. La forma en que el jeque se desentendió del proyecto de La Bajadilla después de que ganara la adjudicación de las obras y tras conocerse que el hotel proyectado en el recinto no pasaba el corte del Ministerio de Medio Ambiente hizo que se dedujera que el proyecto había perdido para el inversor todo interés económico. Al Thani no solo incumplió los plazos para pagar el canon de 750.000 euros, tampoco presentó los papeles de constitución de la sociedad que se hará cargo del puerto ni el proyecto de construcción correspondiente a las obras de ampliación. Ni siquiera cobró a los usuarios de los amarres, ni pagó a muchos de los proveedores que prestan servicio en La Bajadilla.
Como todo eso coincidió con la –digámoslo con elegancia– desaceleración inversora en el Málaga Club de Fútbol, en medio del vendaval de la crisis y de los conflictos que azotan a los países donde suele haber inversiones cataríes –sobre todo de naturaleza inmobiliaria– le deducción lógica era que el maná se había agotado antes de comenzar a caer desde el cielo.
Pero sin descartar que efectivamente existan problemas económicos, y graves, o al menos que haya una decisión de levantar el pie del acelerador hasta que escampe, hay otro factor que ya se ha comprobado que juega un papel relevante en el abandono que sufre el proyecto: la falta de una mínima estructura administrativa que dé sustento en la provincia de Málaga a las iniciativas del jeque. No hay una oficina, una secretaria, un lugar al que dirigirse. Nada. De hecho, en la escritura de constitución de la sociedad ‘Nas Marbella’, la que se supone que gestionará el puerto, sus tres consejeros figuran con domicilio en el estadio de La Rosaleda. Que ni siquiera haya habido capacidad para cobrar los amarres –estamos hablando de cientos de miles de euros que se han dejado de percibir, algo que tiene muy felices a los propietarios de los barcos pero que debería preocupar a todos los demás– y que haya sido necesario acudir cuatro veces al notario (en dos notarías diferentes) para un trámite de constitución de una sociedad, y además que esa gestión se haya demorado más de diez meses por los errores que se han deslizado sucesivamente –una cadena de despropósitos que ya le ha costado al jeque una multa de 30.000 euros– posiblemente revele algo más que un simple desinterés.
De todas las malas noticias, o mejor dicho de la ausencia de noticias sobre La Bajadilla, la única buena es que efectivamente ya se ha constituido la sociedad. En la escritura se concreta la participación pública en la misma, que es del 3 por ciento –un dos por ciento del Ayuntamiento de Marbella y el 1 por ciento restante, de la sociedad pública Puerto Deportivo de Marbella– gracias a la donación gratuita de 30 de las mil acciones suscrita por la sociedad catarí propiedad del jeque.
El desgaste que el equipo de gobierno municipal, sin comerlo ni beberlo, está sufriendo a cuenta de la incomprensible situación en la que se encuentra este proyecto por los silencios prolongados de quien se presentó como su principal impulsor puede hacer que más de uno comience a preguntarse si las 30 acciones regaladas no acabarán saliendo demasiado caras. La tranquilidad es que si el jeque tampoco paga las multas que la Agencia Pública de Puertos le ha impuesto por sus incumplimientos, la responsabilidad municipal no es solidaria, sino que se limita a su porcentaje de participación en la sociedad.
La otra noticia, no tan buena, es que el capital social previsto en la primera escritura, firmada el 16 de enero, era de 21,2 millones de euros que debían desembolsarse completamente antes de dos años, y en la segunda, firmada el 11 de octubre, el capital social se reduce a los 4,2 millones en los que está constituida la fianza. Además de subsanar errores, el jeque aprovechó para aplicar un recorte. Signo de los tiempos.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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