El prudente silencio de la Agencia Pública de Puertos de Andalucía que no oculta que las sanciones se van ejecutando conforme se incumplen los plazos, el silencio crónico del jeque que puede tener múltiples interpretaciones (ninguna buena) y el silencio roto por los partidos con representación en el Ayuntamiento ya permiten confirmar lo evidente: el proyecto del puerto de La Bajadilla agoniza.
El hermetismo del presunto inversor impide conocer qué ha cambiado desde que se presentaron los atractivos ‘power point’ que sedujeron al personal en mayo del año pasado. Si ha cambiado la situación financiera del jeque, si han cambiado las circunstancias, si han cambiado sus expectativas o simplemente si ha cambiado de opinión. Jugar a adivinar qué pasa por la cabeza de Al-Thani constituye un pasatiempo absurdo e inútil, ya que su silencio impide saber si el abandono del proyecto es producto de que su solvencia –o en su caso su respaldo financiero, que no es lo mismo– se ha visto afectada por la situación política de algunos países de Oriente Próximo, de que la reducción de metros comerciales y las dudas sobre la viabilidad del hotel han hecho inviable lo que tenía pensado, o que simplemente los oportunistas que se le acercaron tan pronto percibieron el olor a billetes acabaron por espantarlo. Imposible saber si fue alguna de esas circunstancias, todas ellas en conjunto u otra distinta que se nos escapa. Lo cierto es que quien todavía albergue expectativas sobre este proyecto, a la vista de las circunstancias, exhibe un optimismo a toda prueba.
A estas alturas de los acontecimientos, los plazos que han expirado sin que Al Thani hiciera frente a las multas que le han impuesto por sus incumplimientos dejando pasar, sin dar señales siquiera de estar vivo, incluso los periodos abiertos para alegar contra las sanciones, no pueden ser leídos como la aplicación de una estrategia, sino como muestra del desinterés más absoluto.
Y a medida que se acerca fin de año el más importante de todos los incumplimientos –el abono del canon anual de 750.000 euros– va aumentado en su dimensión. Concluir el ejercicio sin haber satisfecho esa cantidad, aunque sea fuera de plazo, constituiría una falta más grave de las que cometió anteriormente –la no presentación del proyecto y la no constitución de la sociedad– y si no se corrige dará lugar al inicio del expediente definitivo contra Al-Thani. El 1 de enero el proyecto estará mucho más cerca de ser historia que el 31 de diciembre.
Ante esta situación, el silencio de la APPA solo puede explicarse a partir de la prudencia institucional que obliga a no ir más allá de lo que marcan los tiempos legales y a no dar un paso que pueda interpretarse como un obstáculo para que el jeque cumpla con las obligaciones que contrajo.
Incluso ante la reducción de 21 a cuatro millones de euros en el capital social de la empresa que debe gestionar todo el proceso –una violación flagrante del pliego de condiciones– la Agencia ni siquiera se ha pronunciado aún mientras busca algún posible encaje legal. Una señal que intenta dejar claro que desde la institución no se están poniendo trabas, sino todo lo contrario.
Por eso, como la APPA solo habla a través de sus resoluciones es interesante analizar los movimientos que esta semana se han hecho desde el mundo político.
En el equipo de gobierno municipal, que apostó por el jeque y aceptó convertirse en socio del proyecto, se sufren ahora las consecuencias. La defección de Al-Thani y el incumplimiento de sus compromisos sin explicaciones los ha dejado a merced de las críticas de sus adversarios políticos. De momento, el primer reflejo de la alcaldesa ha sido el de volver a apuntar a la Junta y reclamarle flexibilidad con el inversor, aunque a nadie en el Ayuntamiento se le escapa que quien ha decepcionado, y a ellos los primeros, ha sido Al-Thani. Por eso sorprende esa postura. O tienen información de la que el resto carece o han decidido inmolarse en una alianza que simplemente les ha salido mal. Resulta difícil que alguien más pueda encontrar en Sevilla, y no en Catar, la responsabilidad por la mala marcha del proyecto.
En el PSOE, nada nuevo, no ocultan su intención de hacerle pagar caro a los populares, y en concreto a Ángeles Muñoz, el fracaso de su apuesta por el jeque. Una vez más los políticos pierden la oportunidad de demostrar que no es la confrontación entre ellos lo único que los mueve.
Una postura similar mantiene Izquierda Unida, pero como esta formación ostenta la cartera de Fomento en el Gobierno bipartito andaluz, de la que depende la APPA, es oportuno ver con más detalle qué han dicho esta semana, ya que han dado dos pasos que marcan la dirección en la que seguramente discurrirán los acontecimientos en los próximos meses. Por un lado, el portavoz parlamentario, José Antonio Castro, advirtió al jeque que no se le tolerarán incumplimientos, lo que indica que la paciencia institucional está llegando a su límite.
Y por el otro, el grupo municipal ha ido más allá, dejando entrever cuáles pueden ser los planes para La Bajadilla en una probable era post-jeque. El portavoz municipal, Enrique Monterroso, ha aventurado que se acerca el momento en el que se anunciará «el cierre del proceso», y ha pedido a la Junta de Andalucía que reformule la ampliación de La Bajadilla para conseguir, «una obra más real, más sostenible, adaptado al medio y a la cultura mediterránea». Una crítica al megaproyecto presentado por Al-Thani que indica que una vez abortado este proyecto, la intención sea la de volver a comenzar desde el principio. Y más modestamente, de acuerdo a los tiempos