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Héctor Barbotta

Marbella blog

El socio

Que el Ayuntamiento de Marbella tenga que recurrir a la diplomacia para intentar enterarse de cuáles son las intenciones de su presunto socio, el jeque Al-Thani, en el proyecto de ampliación del puerto de La Bajadilla no solo sirve para describir la naturaleza de esa sociedad, sino sobre todo qué entiende por lealtad el socio desaparecido.
Cuando hace poco menos de dos años Al-Thani, tras erigirse en propietario-benefactor del Málaga Club de Fútbol, desembarcó en Marbella con la intención de hacerse con la concesión para ampliar el puerto pesquero de La Bajadilla, la ciudad se rindió ante el sueño de un proyecto que se presentaba como el Banús del siglo XXI y estaba llamado a ser el gran revulsivo turístico y comercial de la Costa del Sol.
Cuentan que al jeque hubo que explicarle que no bastaba con manifestar su intención de hacer una inversión multimillonaria en reuniones con altos cargos organizadas por conseguidores profesionales, sino que también tenía que ganar un concurso.
Aquello supuso el primer desencanto para el benefactor, que rápidamente reaccionó invitando al Ayuntamiento de Marbella a participar como socio minoritario en su proyecto a través de una empresa pública. Y el Ayuntamiento, igual de tentado que el conjunto de la ciudad, aceptó el regalo sin intuir que venía más envenenado que la manzana que mordió Blancanieves.
Así como su primera etapa en el Málaga había sido una carta de presentación que le permitió seducir al Ayuntamiento y después ganar el concurso, el cierre del grifo inversor en el fútbol dio la primera señal de alarma que después los hechos confirmaron. El socio no solo incumplió religiosamente todas y cada una de sus obligaciones sin saltarse ninguna. También dejó de dar señales de vida.
Si la operación del Málaga y la del puerto formaban parte de la campaña de imagen del emirato que ha llevado a la compra del París Saint Germain o a gastarse una cifra seguramente astronómica para que el Barcelona lleve el nombre de Catar en su camiseta, la inexplicable e inexplicada actitud del jeque en relación con Marbella dejan esa imagen a la altura del betún. A la misma altura, para entendernos, que la noticia de que el emirato consiguió ser sede del mundial de 2022 engrasando decisiones a fuerza de billetera.
Si las gestiones diplomáticas consiguen que algún superior del jeque, en su familia o en su gobierno -conceptos que por aquellos lares significan lo mismo- le hace entender que el horno de la imagen catarí ya no está para bollos habrán conseguido su objetivo.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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