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Héctor Barbotta

Marbella blog

Se necesitan bomberos, no pirómanos

Esto no debería consistir en analizar quién tiene razón, mucho menos quién la tiene mas larga. De lo que debería tratarse es de ver cómo llegar a un acuerdo de convivencia que permita demostrar no quién es más fuerte y puede mover más influencias en la ciudad, sino quién es más civilizado. Lamentablemente estamos lejos de eso.
El conflicto que ha estallado en el corazón del casco antiguo entre el restaurante La Skina, uno de los tres estrellas Michelin de los que puede presumir Marbella, y la Hermandad del Rocío, uno de los colectivos más populares y con mayor implantación en la ciudad, supone una muestra de cómo no deben afrontarse los conflictos.
El propietario del restaurante, un cocinero que a lo largo de su ya dilatada y exitosa trayectoria exhibió una resistencia obcecada a aparecer en los medios de comunicación que es prueba suficiente de que no es el afán de protagonismo lo que lo guía, rompió a llorar el pasado martes ante los periodistas, a quienes había convocado para denunciar una vez más los graves perjuicios personales y profesionales que está sufriendo por la contaminación acústica que causan las actividades de la hermandad rociera, colindante con su negocio y con su vivienda.
El restaurante lleva 11 años en la misma ubicación, pero no fue hasta hace tres, después de que el empresario se fuera a vivir encima del restaurante, cuando estalló el conflicto con el ruido. El afectado sostiene que le asiste la razón; hay días de la semana en la que los ensayos rocieros superan los decibelios permitidos y exhibe informes que lo prueban. Los hermanos recurren a otro tipo de lógica: llevan ahí 25 años. Se sabe que el asunto preocupa. De hecho, el jefe de la Policía Local se ha presentado en el lugar para conocer personalmente y de primera mano el conflicto, hablar con ambas partes e intentar llegar a una solución. No es un gesto menor.
Pero el choque va a más. Ambas partes ha cruzado denuncias y los dos han salido perjudicados de esa dinámica. Se puede prohibir a los rocieros poner mesas en la calle porque no tienen licencia para ello, pero nadie puede impedirles que saquen la basura cuando los clientes del restaurante están disfrutando de una cena en la que se dejarán un buen dinero. La pregunta es si todo esto lleva a alguna parte.
Esta semana los contendientes han trabajado para recabar apoyos. El restaurante enseñó el respaldo de sus otros colegas con estrella Michelin. La Hermandad ha convocado a la prensa para mostrar que el resto de las cofradías de Marbella está con ellos. En las redes ha comenzado una campaña de defensa de la Hermandad ante una supuesta conspiración para hacerla desaparecer. Parece exagerado, por no decir mentira.
Cuando un amigo tiene un problema de convivencia con un vecino puede haber dos actitudes. Una es animarlo a ir a la pelea y ofrecerse a participar de la paliza. La otra es aconsejarle que intente resolver el problemas por las buenas. Cabe preguntarse con cuál de los dos actitudes se lo ayuda más.
Independiemente de a quién asista la razón –no se trata solamente de eso y además en este tipo de conflictos las dos partes suelen tener algo de razón y nunca toda la razón– la entidad de los protagonistas convierte a este problema no sólo en una noticia, sino también en una mala noticia para la ciudad. Por ello es también una oportunidad para que desde el terreno institucional se demuestre que la política puede aportar liderazgos positivos y no solamente escándalos y denuncias de escándalos. Si algo se espera de los alcaldes es que sepan resolver este tipo de problemas. El Ayuntamiento debería tomar la iniciativa.
Y quienes están en el entorno de los protagonistas harían bien en aportar calma y sosiego. Los incendios no se apagan con gasolina.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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