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Héctor Barbotta

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¿Qué problema tiene la Junta con la excelencia?

Una de las cuestiones más tristes que derivan de la situación de La Cónsula es la sensación de que llevamos demasiados meses siendo tratados como menores de edad. Por ello, a falta de explicaciones convincentes por parte de la administración lo mejor es intentar comprender dónde esta el origen de problema.

A nadie se le escapa que las dificultades comenzaron como efecto colateral del terremoto que supuso para la Junta de Andalucía que saliera a la luz que los fondos de formación se habían constituido en el núcleo de la financiación ilegal de actividades diversas en el entorno de la administración autonómica. Desde entonces nunca ha habido una explicación satisfactoria acerca de qué es lo que quieren hacer con las escuelas de hostelería.

Sin embargo, a estas alturas tampoco s puede ignorar un segundo factor que es tan importante como el primero y posiblemente de mayor calado: en el seno del gobierno andaluz no existe nada que se parezca a la convicción de que La Cónsula es un modelo a proteger y a cuidar.

¿Cómo es posible que una administración que se ufana de tener a la educación pública, a la creación de empleo de calidad y a la igualdad de oportunidades en el centro de sus  prioridades no preserve a La Cónsula como un modelo? Seguramente haya que buscar la respuesta en las contradicciones de un partido que hace tiempo extravió la brújula ideológica y en cuyo discurso simplificado hasta la caricatura la palabra elite genera algún tipo de alergia que impide comprender que la función de la educación pública no es igualar por abajo, sino dar oportunidades a todos y permitir que quienes tienen altas capacidades, independientemente de su origen, puedan llegar a alcanzar niveles de excelencia. Pero la Junta parece tener un problema con la excelencia.

Seguramente hay rincones de Andalucía donde el PSOE no puede explicar que hay que destinar fondos públicos para formar cocineros de elite que permitan que Marbella y la Costa del Sol sean una referencia mundial de la alta gastronomía. Es un problema del PSOE y el PSOE parece decidido a acabar con el problema.

Desde que comenzaron las dificultades en La Cónsula el Gobierno andaluz tuvo la oportunidad de desmentir este razonamiento y de demostrar que están equivocados quienes aseguran que en el seno de la Junta ha habido un radical cambio de criterio desde que ellos mismos pusieron en marcha esta iniciativa que ha cumplido con creces las expectativas que alumbraron su nacimiento. Pero no han hecho más que confirmar las sospechas de quienes creen que en la administración autonómica se quiere acabar con las escuelas de hostelería de alto nivel. Que el nuevo criterio es igualar por abajo. El mismo que aplican en toda la educación pública. Seguramente consideran que celebrar el festival de éxito que para la Costa del Sol supuso la última entrega de estrellas Michelin puede generarles algún problema de imagen en latitudes donde cosechan votos a mansalva.

Sin embargo, como reconocer esto sería impresentable, cada vez que uno pregunta qué van a hacer con La Cónsula se encuentra con esa sensación insoportable de estar siendo tratado como un menor de edad. En voz baja explican que después de lo que sucedió con los cursos de formación hubo que cambiar la naturaleza jurídica de las escuelas de hostelería, pero como no hay funcionario que se atreva a poner la firma en nada relacionado con esos temas para no quedar retratado en posibles procesos judiciales –tal es el nivel de podredumbre que ha salido a la luz–, todo el proceso se retrasa de tal manera que acaba bloqueado. Y si hay repregunta, porque para ejercer el periodismo hay que estar más cerca de la ingenuidad que del cinismo, lo miran a uno con cara de “si no te has enterado no puedo decirte más”.

Durante la campaña electoral de las andaluzas la presidenta, Susana Díaz, prometió una solución y hasta se pagaron algunas nóminas. Nadie con dos dedos de frente se tragó aquel camelo. Esta campaña electoral se desarrolla con un encierro de trabajadores y alumnos, cocineros de medio país apoyando la campaña #SalvemosLaCónsula y el gobierno andaluz mirando para otro lado.

En aquella campaña se optó por el paripé de las nóminas y la promesa de una solución porque Díaz se jugaba su futuro político. Esta vez seguramente ignorará abiertamente el problema. Posiblemente porque la suerte política de Pedro Sánchez le interesa tanto como el futuro de La Cónsula.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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