Marbella ha renunciado a repetir este año el ‘Marbella Luxury Weekend’, un evento que pretendió convertirse en una referencia del turismo y el sector comercial del lujo y que apenas ha conseguido mantenerse a flote durante cinco ediciones. Al prometedor inicio de sus dos primeros años le siguieron otros tres por pura inercia y con más pena que gloria. Esta feria del lujo nació en 2011 por impulso del Ayuntamiento y con el patrocinio de empresas del sector y ha acabado evaporándose precisamente porque no se han encontrado marcas que quisieran seguir poniendo su logo junto al escudo municipal para sostenerla. Lo que ha hecho el Ayuntamiento no es más que desconectar el respirador artificial que mantenía a un paciente que ya era incapaz de sostenerse por sí solo.
Resulta significativo que el foro La Zagaleta, un evento paralelo nacido como ámbito de reflexión sobre el sector del lujo y al que acuden cada año destacadas figuras del mundo de la empresa y la innovación, si continúe de forma independiente. De hecho, durante los últimos años fue este encuentro profesional el que había mantenido el prestigio del Luxury Weekend, que se había convertido por la defección de las empresas en un quiero y no puedo que ahora el Ayuntamiento de Marbella ha decidido dejar de mantener.
Durante todos estos años el evento ha estado rodeado de una polémica sorda que giraba esencialmente en torno a dos preguntas. Una se refería a lo atinado o no de destinar recursos y dinero públicos a un evento que enaltecía el consumo de productos de lujo, minoritarios por definición y reservados a los más afortunados, reflexión que solía acabar con un ‘con la que está cayendo’.
La otra era más autocomplaciente y se preguntaba para qué iba a necesitar el ‘Luxury Weekend’ una ciudad cuyo nombre es por sí solo una marca que refiere al lujo y que figura a la cabeza de todas los rankings del comercio de alta gama.
Ante estas preguntas no cabía más que recordar que nadie se cuestiona en Jaén si es necesaria una feria del aceite de oliva, y que en Barcelona los teléfonos de última generación que casi nadie se puede comprar no suponen un problema moral a la hora de organizar el Mobile World Congress. Lo importante, como en las ferias de cualquier industria, es lo que se genera alrededor.
No hay nada que celebrar por la desaparición del Marbella Luxury Weekend, pero posiblemente no sea la decisión de desconectar al enfermo lo que haya que reprocharle al Ayuntamiento. Más bien, es el momento de preguntarse por qué las grandes marcas del lujo no han apostado por este evento. Y qué se puede hacer en el futuro para conseguir seducirlas.