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Héctor Barbotta

Marbella blog

Hora de proponer soluciones

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Ha llegado la hora de la verdad. Si las cosas no se tuercen, algo que nunca debe descartarse cuando se trata de asuntos burocráticos, antes de que termine enero se licitará la redacción del Plan General de Ordenación Urbana. Para abril o mayo, justo antes de las elecciones municipales, se habrá adjudicado y antes de fin de año tendrá que haber un avance. El largo y oscuro túnel en el que entró hace ya muchos años el urbanismo de la ciudad empieza a vislumbrar una tímida luz.

Urbanismo ha sido durante mucho tiempo una palabra maldita en Marbella. Había motivos de sobra para ello. El control arbitrario del planeamiento con fines espurios fue el vehículo para el enriquecimiento de una persona que afortunadamente ha pagado por ello y de una familia que se ha ido de rositas. También del saqueo de los principales recursos de la ciudad. Posiblemente vaya siendo hora de que la palabra maldita deje de serlo y para ello no hay otro camino que la transparencia y la implicación. Transparencia desde las instituciones, especialmente el Ayuntamiento, e implicación desde los vecinos y colectivos ciudadanos.

La planificación urbanística reviste una doble importancia en Marbella. Por un lado, como en todas las ciudades del mundo, decide el uso del espacio y por lo tanto influye decisivamente en la vida de las personas. Pero en el caso de Marbella supone, además, un elemento fundamental en su desarrollo económico, habida cuenta de la ausencia de cualquier atisbo de diversificación más allá del turismo, el comercio y el desarrollo residencial. No hay inversión de cierto peso en la ciudad que no dependa de la planificación urbanística.

Conseguir el equilibrio entre la calidad de vida de los vecinos, las oportunidades de negocio que pueda ofrecer la ciudad y la necesidad de que se mantengan los estándares medioambientales que hacen de Marbella un destino singular es posiblemente el mayor desafío que tendrán que afrontar quienes asuman la responsabilidad de redactar el nuevo Plan General.

Durante demasiado tiempo, algunas estrategias políticas han focalizado toda la controversia urbanística de la ciudad en la estéril polémica de las lindes entre Marbella y Benahavís. Un asunto cuya resolución no estaba en la órbita competencial del Ayuntamiento y que sin embargo ha obstaculizado cualquier posibilidad de que los temas realmente trascendentes se situaran en el primer plano de la agenda pública. Durante demasiado tiempo fue como si la línea que separa ambos municipios en una zona donde apenas viven una decena de familias, aunque una de esas familias fuese la de la alcaldesa, tuviera más trascendencia para los vecinos de la ciudad que el futuro de las 18.000 viviendas ilegales, la falta de suelo donde situar servicios públicos esenciales, la movilidad o el vaciamiento comercial del centro de Marbella.

Todos estos problemas son los que deberá abordar ahora el nuevo Plan General y será interesante ver cómo hacen para trasladar sus propuestas sobre estos asuntos quienes durante años se han esforzado en convencer al personal de que todos los problemas de la ciudad se reducían al trazado de una linde.

El mayor problema, aunque apenas se lo mencione como si ignorarlo lo fuese a hacer desaparecer por arte de magia, son los 18.000 inmuebles irregulares construidos durante el gilismo. El informe realizado por los expertos a quienes el anterior equipo de gobierno encargó un estudio sobre la situación generada por la anulación del PGOU de 2010 señaló un camino para resolver ese problema, pero advirtió también de que se trata de un asunto de una gran complejidad que requerirá de esfuerzo y también de que se destinen recursos humanos y económicos. Los problemas no se resuelven solos.

La falta de suelo para equipamientos también es un problema que el Plan General tendrá que afrontar. Se trata de un asunto que afecta a todas las zonas del término municipal, aunque el desequilibrio es más pronunciado en algunos distritos que en otros. Que el instituto necesario en Trapiche Norte vaya a ser construido en la zona del hospital es una buena muestra de esta situación que el nuevo PGOU también deberá afrontar.

Si hay un asunto que sin duda causará grandes dolores de cabeza en los próximos años es el de la movilidad. La Costa del Sol Occidental es una de las subregiones del mundo donde menos se utiliza el transporte público. Algunas zonas de Marbella, como la A-7 a la altura de Puerto Banús, se colapsaban antiguamente en los meses de verano. El colapso, ahora, también se padece en primavera, en otoño, en Semana Santa, en casi todos los puentes y cada mediodía.

La ciudad ha estado distraída durante muchos años en la reivindicación no atendida de su conexión ferroviaria con Málaga, con su aeropuerto y con su estación de tren. Este reclamo, justo y lógico, no debería hacer olvidar que Marbella y su entorno sufren otra carencia igual o más importante de movilidad interna. Mientras Málaga capital debate si su nueva línea de metro debe ser subterránea o en superficie, Marbella debería comenzar a plantear la necesidad de algún medio público de transporte rápido y eficaz que una la ciudad en el eje Este-Oeste antes de que el colapso del tráfico haga de ésta una ciudad imposible de vivir para sus vecinos e imposible de disfrutar para sus turistas.

Estrechamente ligada a la movilidad, hay otra cuestión estratégica que la redacción del PGOU dará la oportunidad de debatir. Marbella no puede quedarse al margen de la tendencia universal que aconseja la peatonalización de los centros urbanos como fórmula indispensable para su fortalecimiento comercial. La ciudad padece de un desequilibrio que concentra la mayor parte de su actividad comercial en las grandes superficies y amenaza con convertir en un desierto los cascos históricos. Este problema también debería ser abordado en su faceta de planeamiento.

Durante el periodo en el que el anterior PGOU estuvo vigente, el necesario traslado del polígono de La Ermita a otra localización para permitir el desarrollo de la zona Este del casco urbano, con el puerto de La Bajadilla como gran reclamo, pareció ponerse en marcha, pero finalmente se frustró. Esa misma actuación, o una similar, también deberá quedar recogida en el documento urbanístico al igual que la ampliación de Puerto Banús, también necesaria.

El comienzo del proceso para la redacción del PGOU será, en suma, uno de los momentos de gran trascendencia del año que comienza. Estaría bien que en esta ocasión la agenda y el debate político coincidiera con las necesidades reales de la ciudad.

Las incógnitas de 2019

El que comienza es un año electoral en el que se resolverán varias incógnitas.

¿Se verá al fin un nuevo comportamiento de la Junta de Andalucía hacia Marbella que pueda traducirse en resultados concretos?

¿En qué medida se traducirá el nuevo mapa político nacional y autonómico a las elecciones municipales?

¿Será capaz el PP de contener la sangría de votos hacia Ciudadanos y Vox que sufrió en las elecciones autonómicas?

¿Se verá Ciudadanos obligado a pactar con el PP en todos los municipios tras el probable acuerdo en la Junta o se inclinará a hacerlo con el PSOE para dar una imagen de moderación y no verse arrastrado por el fenómeno Vox?

¿Quién será el candidato de Ciudadanos? ¿Y el de Vox?

¿Repetirán Podemos e Izquierda Unida a nivel municipal la confluencia o el magro resultados de las andaluzas las impulsará a presentarse por separado?

¿Cuál será el comportamiento de los votantes de OSP tras los vaivenes de los últimos años?

La solución a todas estas preguntas, en apenas unos meses.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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