Puede ser, en gran medida, por la situación económica. Pero buscar todas las explicaciones en factores que escapan al control propio es el camino más directo para no asumir los errores que hay que corregir. La temporada álgida de verano ha terminado con un aumento en el número de visitantes, más camas vendidas en los hoteles…y peores resultados en comercios.
Es verdad que la crisis no impide salir de vacaciones, aunque sí obliga a limitar gastos. Pero no es menos cierto que es frente a las dificultades cuando tienen que aparecer las soluciones. Y en el casco de Marbella hay una cierta sensación de inercia. Casi los mismos escaparates de siempre, los horarios de toda la vida y el paisaje dominguero más parecido al de un pueblo que a al de una ciudad pujante que vive del turismo. Los comerciantes que este año decidieron ampliar sus horarios sí consiguieron mejorar sus resultados. Es un ejemplo de que la situación tiene solución, de que el sector no puede vivir sólo del privilegio de estar en uno de los mejores cascos antiguos que se pueden visitar y de que Puerto Banús, que ha sabido situarse a la vanguardia del comercio adaptándose a los nuevos hábitos, es un buen espejo donde mirarse.
Porque achacar todos los problemas a la crisis puede derivar en esperar a que la crisis pase para que los problemas se solucionen solos. Las dificultades, ya se dijo, no son más que oportunidades para mejorar. Quizás por ello las medidas de contención del gasto anunciadas esta semana por la alcaldesa deberían ser algo más que iniciativas de ocasión para afrontar la actual situación económica. Dijo la alcaldesa que se reducirán al máximo los presupuestos de las áreas que no presten un servicio directo a los ciudadanos –particularmente las vinculadas a servicios sociales– y que en el apartado de recortes entran fiestas y verbenas. Es quizás una buena ocasión para debatir si el dinero público –más allá de coyunturas económicas– está para financiar orquestas y atracciones de feria.
La oposición no ha desaprovechado la ocasión para lanzar sus dardos. Algunos con puntería. Izquierda Unida ha denunciado que el Ayuntamiento ha errado el tiro de los recortes al despedir a 60 limpiadoras que prestaban servicios en los colegios públicos, y el PSOE ha aprovechado la visita de su secretario provincial, Miguel Ángel Heredia, para reclamar que sean los altos cargos municipales quienes den ejemplo y congelen sus retribuciones.
Para el Ayuntamiento no se trata sólo de recortar gastos, sino de laminar las situaciones que a fuerza de repeticiones han dejado de sorprender. A poco que se revuelven papeles surge el esperpento de los años de Gil y sus secuaces cuyas consecuencias se prolongan hasta hoy.
Esta semana se ha sabido que el Ayuntamiento lleva diez años pagando, a razón de 3.000 euros por mes, el alquiler de un local al que no se le conoce uso. El inmueble fue durante unos pocos meses la sede el partido Unión del Pueblo de Marbella y San Pedro, la formación que creó Julián Muñoz cuando sus diferencias con Gil se hicieron irreconciliables. Pero tan pronto como el efímero partido desapareció, el local quedó vacío. Y el Ayuntamiento pagando. El caso es que hurgando en los datos de la empresa beneficiaria salta que la administradora única es hermana de una de las más conocidas palmeras del GIL, uno de aquellos personajes que no se perdía pleno y se la pasaba en grande aplaudiendo a los miembros de la banda y fustigando a la por entonces sufrida oposición.
El absurdo no se acaba ahí. El Ayuntamiento ha tenido que resolver por impago varias concesiones administrativas realizadas en los años de los grandes negocios privados ruinosos para la ciudad. Entre ellos el del lago de Las Medranas, que había sido cedido por 2.000 euros mensuales que para más inri no se pagaron entre 1993 y 2006.
Entre las personalidades que han visitado Marbella este verano hay que agregar una más. El, probablemente, mejor futbolista que jamás pisó los campos de juego estuco Marbella para presenciar los partidos internacionales de tenis celebrados este fin de semana en el club El Casco.
Maradona, icono mediático donde los haya, ya no hace genialidades en los campos de juego, pero demostró en una multitudinaria rueda de prensa que sigue en plena forma. Felicitó a Nadal por su Príncipe de Asturias y confesó que no se ilusiona con ganar ese premio porque para ello deberían caer antes muchos tabúes, lamentó que los jeques árabes y los potentados rusos no pusieran millones cuando él todavía jugaba y reconoció que no podrá conocer Marbella como le gustaría. Hace décadas que los forofos y cazadores de autógrafos le impiden salir de los hoteles. «Pensé que cuando dejara de jugar iba a poder hacerlo, pero me equivoqué», dijo.
Quienes asistieron a los partidos de tenis pudieron ver cómo, tras llegar a la pista del club El Casco, tuvo atender ininterrumpidamente durante 40 minutos a los admiradores que se le acercaban para pedirle una foto o un autógrafo.
La rueda de prensa que ofreció fue una buena muestra de lo que Maradona aún supone. Desde que el juez Torres irrumpió en el Ayuntamiento no se veían en Marbella tantos perodistas y curiosos juntos.