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Héctor Barbotta

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Testigos protegidos, o algo así

Cuando un juicio está programado para un año, sacar conclusiones tras las primeras sesiones constituye un ejercicio arriesgado. Pero después de los testimonios prestados por quienes fueran dos de las principales colaboradoras de Roca durante los años en los que este fue amo y señor de Marbella, Raquel Escobar y María Castañón, ya se puede adelantar que el fiscal y las acusaciones cuentan con elementos sólidos a los que asirse.

Frente a lo que se escuchó durante los primeros días, en los que Roca adujo que no mandaba nada en el Ayuntamiento, las antiguas colaboradoras dijeron ante el tribunal lo que todo el mundo sabía: que Roca era el que mandaba, que los convenios los perpetraba él y que su oficina era el centro del poder. Palabras más, palabras menos.
En algunas de las conferencias que dictó poco después de dejar el Juzgado de Instrucción número 5 de Marbella, Miguel Ángel Torres lamentó que en España no existiera la figura del arrepentido -personajes que han estado en la pomada, pero que a cambio de colaborar con la justicia se libran de correr la suerte de sus antiguos jefes- que tan buenos resultados ha dado en la lucha contra la corrupción y las organizaciones delictivas en países como Italia o Estados Unidos. Sin embargo, puede aventurarse que el papel jugado por ambas mujeres en el desarrollo de ‘Malaya’ se acerca mucho al de esa figura.
Del nivel de cercanía (o de complicidad) que tenían con Roca dan cuenta no solo los informes que se elaboraban para hacer posibles los convenios que permitieron los desmanes urbanísticos en la ciudad, sino también las conversaciones telefónicas que mantenían con el jefe y cuyas grabaciones obran en el sumario. De hecho, ambas mujeres están inmersas como imputadas en causas urbanísticas y fueron incluidas, al comienzo de la ‘operación Malaya’, entre las doce personas a quienes la policía consideró sospechosas e investigó a fondo, con pinchazos telefónicos incluidos.
Sin embargo, cuando la operación tomó estado público, el 29 de marzo de 2006, no figuraron entre los detenidos. Fueron citadas días después como testigos ante la policía y sus declaraciones resultaron demoledoras para Roca. A tal punto, que el propio jefe lamentó en una de sus declaraciones judiciales que quienes fueran sus colaboradoras lo culparan ahora «de todos los males de España». Si no son dos arrepentidas se les parecen mucho. Habrá que estar atentos a todo lo que cuenten.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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