El gusto del Rey por Mallorca como único lugar de vacaciones, al menos de sus vacaciones de verano o, quizás sea más correcto decir, de sus vacaciones públicas, nunca cayó bien en Marbella, donde vecinos y empresarios se preguntan una y otra vez qué hay que hacer para que el monarca se deje ver por la ciudad.
No ha hay caso: no viene ni cuando le toca –le tocaba con la visita de Michelle Obama, pero la hizo viajar hasta Palma solo para comer– o viene y no se deja ver, como cuando se reunió con el rey Fahd en la última visita de éste, una entrevista de la que solo se guarda recuerdo por una foto filtrada por la Casa Real saudí.
Don Juan Carlos no es el único representante institucional que considera equivocadamente que una visita a Marbella atentaría contra su imagen. Solo es el más importante. En la ciudad no es raro ver a Felipe González, a José María Aznar o a Rodríguez Zapatero. Pero ahora que ya están retirados, porque cuando eran presidentes venir no se les pasaba por la cabeza. Como al Rey se le ha visto esta semana más cerca que nunca de la abdicación, hubo quien especuló con que si daba el paso de abandonar sus obligaciones institucionales sí sería posible verlo en Marbella. Pero no. El país no está para una abdicación, que es como se llama a la dimisión real, y Don Juan Carlos ha preferido pedir disculpas y prometer que no volverá a ocurrir.
Si los reyes aceptaran preguntas quizás alguien le hubiese rogado una aclaración: ¿Qué es exactamente lo que no volverá a hacer? ¿Irse sin avisar a cazar? ¿Irse sin avisar a cazar un especie en peligro? ¿Irse sin avisar a cazar una especie en peligro en un viaje pagado por un empresario? ¿Irse sin avisar a cazar una especie en peligro en un viaje pagado por un empresario extranjero? ¿Irse sin avisar a cazar una especie en peligro en un viaje pagado por un empresario extranjero mientras el Gobierno pide e impone sacrificios a los ciudadanos? ¿O todo lo anterior y además sufrir un desafortunado accidente que lo deje en evidencia?
No sabemos exactamente por qué se ha disculpado, ni qué es lo que no volverá a ocurrir, pero al menos sí sabemos que se ha disculpado, y el gesto de las disculpas (tan inusual en nuestra vida institucional), delata que de momento no habrá abdicación. Don Juan Carlos seguirá en activo, y por lo tanto sin venir a Marbella.