Ni la autoridad que concede el uniforme puede ser utilizada para intentar obstaculizar arbitrariamente el derecho a la información, ni la capacidad de imponer multas de tráfico es un instrumento de presión al que se pueda recurrir para convertir a los vecinos de Marbella y a los turistas en rehenes de una negociación sindical.
Muchos de los policías locales que en estos días mantienen un conflicto laboral con el Ayuntamiento están recurriendo en su objetivo de forzar una negociación con el equipo de gobierno a actitudes inaceptables, pero el pasado viernes, durante la celebración de pleno, se pasaron claramente de la raya. Que la viuda de un exedil a quien se iba a homenajear se haya visto forzada a entrar al Ayuntamiento por la puerta trasera porque la bravuconería se había apropiado de la entrada principal no describe una situación de tensión creada artificialmente, sino a personas que no conocen límites a la hora de defender sus intereses corporativos.
En los últimos años se han hecho grandes esfuerzos por intentar maquillar la historia reciente, pero hay policías locales que frente a esta generosa actitud de olvido parecen empeñados en demostrar que aún recuerdan lo que aprendieron durante los años en los que actuaron como matones de Gil.