¡Feliz lunes! ¿Qué tal el fin de semana? Nosotros hemos estado en Córdoba pasando unos días estupendos con unos grandes amigos que nos han llevado a sitios chulísimos de los que prometo hablaros más adelante. Mientras tanto, arrancamos la semana con otro post viajero. El último que escribí sobre Villa Mathesis -un paraíso escondido en Zahara de los Atunes- os gustó tanto que me he propuesto recopilaros algunos tips básicos de las escapadas que haga a partir de ahora para que os sirvan de guía. En esta ocasión os propongo coger las maletas y poner rumbo al que es en mi humilde opinión (y que me perdone el resto) uno de los pueblos más bonitos de nuestra Málaga. Me refiero a Frigiliana. Decir que he estado ya unas pocas de veces, pero no deja de enamorarme cada vez que vuelvo desde el mismo momento en el que me bajo del coche y pongo un pie en su entorno. Sin duda, tiene un encanto y una magia especial que enganchan. A veces sucede que tenemos a nuestro entorno sitios maravillosos y no les hacemos caso, precisamente por eso, porque están tan cerca que no reparamos en ellos. Si no conocéis Frigiliana, o si hace tiempo que no vais, os animo a sacar un hueco un fin de semana y perderos por sus calles. Yo esta vez fui de vuelta de pasar un finde con unos amigos en un hotel de Torrox (¡Qué bien lo pasamos!) y de regreso a Málaga decidimos parar a comer a Frigiliana. Del pueblo destacaría, sobre todo, la belleza de sus calles, con unas coloridas puertas que cautivan y te obligan a detenerte cada dos pasos a sacarte una foto. Los balcones y ventanas, tan cuidadosamente decorados con flores son puro amor. Nada más llegar tenéis que calzaros unas deportivas (yo me llevé mis inseparables Coverses blancas) y bucear en sus rincones. Al ser un pueblo chiquito se recorre perfectamente en un agradable paseo. De obligada parada: la tienda de chocolates ecológicos (el que lleva caramelo está de vicio), la de jabones que está justo a la entrada, ¡Cómo huele y qué cosas tan bonitas tiene! y la de decoración ‘Encarna’, donde encontraréis tesoros preciosos y unos espejos y muebles auxiliares increíbles (las sillitas que os muestro abajo por poco se vienen conmigo). Para comer, os recomiendo el vegetariano Al Fuente que veis en otra foto del post con unas mesitas azules decapadas que enamoran (un sitio súper agradable para comer cuando hace solecito). También está genial ‘La Tahona’ , con unas tapas riquísimas y una terraza con vistas a los tejados del pueblo donde se está de muerte. Y si os queréis quedar a dormir, os aconsejo hacer noche en el Hotel rural Los Caracoles (un sitio con una arquitectura muy original donde se respira paz) o en La posada morisca, otro alojamiento con encanto que merece la pena una estancia (este último con unas terrazas con vistas a la naturaleza que son una joya). He estado en ambos y son dos fantásticas opciones para una escapada cerquita ahora por ejemplo que llega el puente de diciembre.
Espero que os haya servido esta mini guía. Ahora sí, os dejo con algunas de mis fotos preferidas de las miles que tomé en Frigiliana. ¡Seguro que solo con verlas os entran ganas de hacer la maleta! ¡Hasta el miércoles @almunogues, @almudena30 en Instagram)